lunes, 22 de septiembre de 2008

"Últimamente ando algo perdido..."

Como dice una canción de Ismael Serrano, "últimamente ando algo perdido...".
Muchos, tristemente muchos padres, llegan a los centros educativos y tras alguna charla, señalan:
-Dígame usted que hago yo con él/ella.
Esta es una frase, más o menos acertada, que muchos de los padres/madres de los alumnos nos acaban lanzando. A veces como arma arrojadiza, otras, las más en los casos que yo percibo, como grito de socorro al notar que el barco, en el que va su hijo/a, se hunde en las procelosas aguas del Fracaso Escolar.

Estos días mi sorpresa se incrementa cuando, después de una lucha ya conseguida (la escolarización obligatoria hasta los 16 años), me dispongo a escuchar a padres y madres con un argumento del carajo (con perdón). "Mi hijo el año pasado no hizo nada, para que le voy a comprar este año los libros". Me sorprendo, pero aun, en ocasiones, queda una lastimera segunda parte, "si ustedes, desde el centro, le pudieran dar algunos libros de esos que les sobran, o les dan las editoriales".

Difíciles los tiempos que se avecinan para estos crios, para sus profesores, y como no, también para sus padres. Sin material escolar, acabará habiendo problemas de disciplina. Es la lógica sucesión de acontecimientos. El niño no trabaja, se aburre, molesta. Todo el mecanismo de castigos/charlas, jefaturas de estudio, etc...se pone en marcha, y pocas son las veces que estos "ungüentos" curan la herida de la desmotivación y el desencuentro.

Lo fácil es echar culpas. Resolver el problema de desmotivación del alumnado hacia los aprendizajes y el esfuerzo personal es tarea de todos. Desde el profesor que insiste en "impartir" conocimientos como en el siglo XVIII, hasta el padre que felicita a su hijo que "solo" le quedaron tres materias pendientes, regalándole el último modelo de "superconsolas", de estas de los jueguecitos.

Pues eso, que de nuevo me sorprendo, y a veces, solo en algunas ocasiones, me atrapa la sensación de que el tiempo no ha pasado y poco cambiaron las cosas.

jueves, 11 de septiembre de 2008

El arte del buen hacer

Estos días, cuando compañeros nuevos entran por primera vez al centro, recuerdo mis primeros días en esto de la "enseñanza-aprendizaje". Esas caras de sorpresa-expectación-miedo de los que llegan por primera vez a un centro y esperan "lo mejor" o "lo peor" según aquello del vaso medio lleno o medio vacío, me recuerdan a mis primeras sensaciones.

Fui a un departamento con dos catedráticos, de los "pata negra", de los que no querían ni oír hablar "de eso de la ESO". Y yo, intentando innovar, cambiar cosas, mover lo inamovible y citando a Heráclito, "no bañarnos dos veces en el mismo río", pues las cosas cambian, y con ellas, nosotros debemos adaptarnos.

Aquellos días fueron complejos, pero ahora en la distancia creo que fueron muy productivos para lo que luego sería mi profesión, para darme cuenta de lo que yo no quería ser. No los culpo de su "inmovilidad", de su resistencia al cambio, la edad también hace de las suyas en este grupo de colegas, y junto con las imposiciones legislativas y la obligatoriedad de la enseñanza, estaban, tal vez,  abocados a esas actitudes. Les doy las gracias, aunque ya se las dí en su día, por darme los peores grupos, los peores horarios y las más complejas tutorías. Lo que no te mata te hace más fuerte.

En cuanto a los que llegan hoy, que no se preocupen, que en los tiempos de los fracasos escolares, de los problemas de comportamiento (obligatoriedad), y de los sindromes de todo tipo, cada son más los compañeros que piensan que el que llega es tan válido como el que se va, y que el tener más o menos años de experiencia no te da ningún tipo de autoridad ni legal ni moral para que se reproduzcan aquellos tiempos en los que mis catedráticos me iniciaban en "el arte" del buen hacer de las cosas.