Leo en el Adarve una interesante reflexión sobre el "valor" de la escuela. "No sirve para nada", afirma en tono irónico y buscando remover las conciencias (para quién las tenga, claro está).
Hace unos años, cuando no existía la obligatoriedad de mantener a los adolescentes hasta los 16 años dentro de los recintos escolares, las calles, y algunas "dignas" empresas se encargaban de la formación última, de esa fase propedeútica para la vida. A base de golpes se aprende, señalaban entonces, y aún algunos señalan hoy, entrando en contradicción (o tal vez no tanto) con aquello de "la letra con sangre entra".
Los tiempos han cambiado, pasaron unos años, y curiosamente, aun prevalecen muchos de los paradigmas de la educación, digamos "tradicional", y los nuevos métodos no acaban de resolver la desmotivación y el tan traído y llevado "fracaso escolar". Muchos padres, prefieren las escuelas concertadas, otros la creación de grupos homogéneos que libren a sus hijos del mal compañero/a, y algunos, pese a no hablar mucho con sus hijos/as o sus profesores, se dedican a repartir culpas.
Y digo yo, no será que nos han engañado un poco.
Hace unos años, cuando no existía la obligatoriedad de mantener a los adolescentes hasta los 16 años dentro de los recintos escolares, las calles, y algunas "dignas" empresas se encargaban de la formación última, de esa fase propedeútica para la vida. A base de golpes se aprende, señalaban entonces, y aún algunos señalan hoy, entrando en contradicción (o tal vez no tanto) con aquello de "la letra con sangre entra".
Los tiempos han cambiado, pasaron unos años, y curiosamente, aun prevalecen muchos de los paradigmas de la educación, digamos "tradicional", y los nuevos métodos no acaban de resolver la desmotivación y el tan traído y llevado "fracaso escolar". Muchos padres, prefieren las escuelas concertadas, otros la creación de grupos homogéneos que libren a sus hijos del mal compañero/a, y algunos, pese a no hablar mucho con sus hijos/as o sus profesores, se dedican a repartir culpas.
Y digo yo, no será que nos han engañado un poco.
Subirse al carro de esta sociedad moderna consumista y exigente para con padres y madres trabajadoras, esa que pone en los abuelos la tabla de salvación de todo, esa sociedad que exprime para tener ese móvil de última generación, esa televisión de plasma, o esas excursiones de fin de semana a los grandes centros comerciales; la de los niños/as que todo piden y todo consiguen. Subir a la grupa de este tiempo de "otras necesidades", y cabalgar por sus sinsabores, tiene una cuota, creo, que demasiado alta, que nuestros alumnos/as están pagando, a veces incluso de forma muy cara.
Es dificil adaptar la escuela a estos tiempos, y en eso estamos.
Es dificil adaptar la escuela a estos tiempos, y en eso estamos.