domingo, 20 de junio de 2010

Cerrando círculos

Hace tiempo que leo a Saramago, a Don José. Sus libros, algunos con tapas ya raídas, vuelven  incansablemente a mis manos, y a veces, de forma casi inconsciente se quedan en mi mesilla para, de nuevo, ser leídos.

No es uno muy de idealizar, ni de mitificar personas o cosas. Pero si que es cierto que hay ciertas cuestiones con las que uno empatiza más o menos. Mi "gusto" por Portugal ya lo he referido alguna vez en estas ensoñaciones, y tal vez, parte de esa "pasión" sea responsabilidad de Don José.

Hoy, ya ayer, se cerró un círculo. Siempre me hubiese gustado charlar con este hombre y alguna vez de la mano de Ángel Campos, pudo haber ocurrido. Aquella vez no pudo ser. Hoy, en Lisboa,  esta vez junto a un buen amigo Juan Carlos Doncel, al menos le pude decir "Buen viaje".

sábado, 19 de junio de 2010

El viajero vuelve al camino

¿Se acabó el viaje Don José?
No es verdad. El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en relatos. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: "no hay nada más que ver", sabía que no era así. El fin de un viaje es sólo el inicio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se había visto en verano, ver de día lo que se vio de noche, con el sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino. (Viaje a Portugal, José Saramago)
Pues buen viaje, maestro.

martes, 15 de junio de 2010

Se marchan...

Se marchan. Pocos vuelven la vista atrás. Les espera un verano de calor, como es costumbre por estas zonas. Tiempos atrás había exámenes en septiembre (en alguna comunidad aun perviven), aquí son ahora, antes del estío. Poco se puede hacer en tan poco tiempo, pero, para gustos, colores.

Se marchan. Algunos aprendieron mucho. Otros, cansados, derrotados o rendidos, ya nunca volverán. Muchos se subieron al tren, a pocos, a muy pocos, los atropelló. Me da un poco de pena de los que lo vieron pasar, se les ofreció asiento y decidieron no subirse. La próxima vez habrá que animarles más o señalarles más el camino.

Se marchan. El silencio se apodera de los patios. En las aulas no quedó más que algún recuerdo de última hora, alguna marca en las mesas, algún corazón en la pizarra con el nombre de dos amantes, con tiza, poco duradero, como aquellos amores de verano. En los pasillos sombra y recuerdos quedan.

Se marchan. Volverán en septiembre, con el otoño, con las hojas amarillas.